Cada vez son menos los golfistas que se preocupan por jugar con unos palos que realmente se adapten a sus necesidades individuales.
TeeTime Klever / Redacción
En los inicios del golf profesional, cuando el PGA Tout empezó a ponerse en marcha, allá por la década de los 50, los golfistas profesionales eran personas pluriempleadas.
Muchos de los grandes jugadores del mundo, además de jugadores profesionales, daban clases de golf y fabricaban palos, evidentemente, para ganarse la vida no bastaba con solo uno de esos caminos.
La mayoría de sus predecesores sí compaginaron trabajos en el club de golf con el juego profesional. Incluso el propio Arnorld Palmer.
Palmer creció en el Latorbe Coutry Club (Pensilvania) donde trabajó largos períodos en la tienda del club, pero no se dedicaba a vender material, se dedicaba a customizarlo, hacerlo a medida, alterando las especificaciones de sus palos.
Palmer solía afilar los cantos de sus wedges para poder pasar mejor el palo en el rough, experimentaba con el peso de sus hierros y, continuamente, ajustaba el lie de su putter.
Arnold Palmer era un adicto al material de golf. Tenía una colección de más de 10.000 palos de golf, que incluyía casi 2.000 putters, la mayoría de los cuales, los construyó él mismo. ¡A menudo se lo veía con dos bolsas en su carrito en su campo de golf local en Florida y cada bolsa podría tener hasta 50 palos!
Las varillas de los palos pueden ser confeccionadas individualmente, acorde con la velocidad de swing y las características del mismo. Mientras que el loft y el lie de la cara del palo pueden modificarse para lograr que el palo se apoye en el suelo con el ángulo perfecto.
Incluso los grips pueden adaptarse para que sean de la media exacta para encajar en sus manos y tener un agarre perfecto.
Hay que tener en cuenta que los grandes fabricantes buscan la forma de estandarizar al máximo los palos de golf, eso facilita la producción, pero dificulta el juego.
Cada golfista tiene unas características de swing individuales, así como unas medidas concretas, no existen dos golfistas iguales, ni existen dos swings iguales, por lo que tampoco deberían existir dos palos de golf iguales.