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Jon Rahm sufre en Augusta

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TeeTime Klever/ MARCA

El campeón español inicia la defensa con 73 golpes, a ocho golpes del lider Bryson DeChambeau

El Masters de la defensa de Jon Rahm, que en un movimiento más global se entiende, además, como un asalto del comando LIV Golf a la conquista de su primera chaqueta verde -las que tienen sus estrellas se consiguieron fuera de su militancia-, arrancó frio para el golfista de Barrika con 73 golpes.

Mucho mejor para Bryson DeChambeau, una de las referencias de la liga impulsada por Arabia Saudí, que situó un 65 para empezar mientras el jefe Greg Norman y su sombrero de ala ancha, que nunca ganó en Augusta y ha venido a animar a sus muchachos, enseñaba sonrisa en un día de viento racheado, después de una mañana de chuzos de punta que retrasó el inicio del torneo dos horas y media. En la otra trinchera, el número 1 del mundo, el líder del PGA Tour, Scottie Scheffler empezó bravo con -6, justo detrás del golfista de los poderosos bíceps.

El Augusta National, el MIT de la jardinería, donde no se estudia la sabiduría del abono -que eso es otro arte, el que hace Sutela, la de la cosmología microbiana- sino el abono con sabiduría, aguantó el aguacero como el que cose. El telón se alzó con un escenario estupendo, con los greenes algo lentos al principio, lo que aprovecharon Fox, DeChambeau y An para firmar tres birdies en los tres primeros hoyos y temer un saqueo que no se produjo. Sólo se disparó el golfista científico con sus siete bajo par en busca de su primera chaqueta verde.

Siempre con el juego B

Jon tenía fácil mejorar el comienzo de 2023 cuando en el hoyo 1 cuatro putts le obligaron a una remontada de campeonato. Hizo el par y a partir de ahí nunca mostró la versión A. N o le cogió lavelocidad a los greenes y se dejó varios putts cortos. Tampoco le sacó partido a los pares 5, unos tramos que son amables especialmente en Augusta porque con los materiales de ahora sus greenes se pueden coger con el segundo tiro.

Ahí donde tiene un balance de 4,47 golpes de media, lo que se traduce en dos golpes de ventaja por ronda, sólo hizo un birdie en el 8 tras un buen approach. Acabó con sendos bogeys la vuelta y en el sótano en la estadística de putt (31). Viendo que Willett, tras ocho meses sin competir por una operación en el hombro firmó un 68, el resultado aún suena más duro, a pesar de que el viento fue de locos.

Sergio García se frenó en el par. “Me siento como si hubiese estado pegando 12 asaltos con Tyson”, señaló para expresar la dureza psicológica que fue el ejercicio. Había llegado aseado al hoyo 10 -dos birdies y otros dos bogeys-, pero la tiró al agua en el 11 y al estanque del hoyo 12, el par 3 de apenas 140 metros y el viento arremolinado. Pegó un hierro 9, no lo cogió el viento y se subió a +3. “No sé cómo luego puede hacer ese resultado. En los últimos siete hoyos estaba zombie”. En ese estado inexplicable enlazó tres birdies.

Olazábal, otro campo

El otro campeón español, José María Olazábal, asumió su rol. Tiene una singular relación simbiótica con el Masters, que el paso del tiempo no perturba. El dos veces ganador de la chaqueta verde contribuyó a engrandecer el torneo con su triunfo de superación en 1999 y él es alguien gracias a Augusta. Su tiempo comienza a vencerse después de 35 ediciones, aunque él no baja los brazos ni lo hará jamás.

Cada hoyo lo afrontó como si fuera el combate final sin un momento de relax. Con 58 años tiró 77 golpes, sin birdies, porque en los greenes estuvo aún peor que Rahm (32 putts). Firmó el mismo inicio que en 2022 y 2023. Juega otro campo sin duda. Pero gloria eterna a su figura.

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