Tee Time Klever/Expansión
Shell, la petrolera anglo-holandesa, ha comenzado conversaciones preliminares para la adquisición de su histórico rival BP, según informó The Wall Street Journal, en una operación cuya valor se estima en torno a 80 000 millones de euros. De concretarse, sería la mayor fusión petrolera en décadas, un movimiento que consolidaría a Shell como líder en exploración, producción y energías bajas en carbono.
Aunque los portavoces de ambas empresas han declinado confirmar los detalles, la repercusión en el mercado fue inmediata: las acciones de BP ascendieron cerca del 10 % y las de Shell cayeron ligeramente. Sin embargo, Shell se apresuró a emitir una negación formal, declarando que “no hay conversaciones en curso” y que sigue centrado en fortalecer su valor a través de eficiencia operativa y recompra de acciones.

Esta posibilidad de fusión surge en un contexto de reajustes estratégicos en el sector energético, donde BP ha atravesado problemas tras su viraje hacia las renovables y posterior vuelta a los combustibles fósiles. Shell, por su parte, ha reforzado su posición financiera con sólidos resultados en gas natural y energías renovables, aunque mantiene prudencia frente a adquisiciones de gran escala.
Analistas estiman que una transacción de este tipo podría generar sinergias de alrededor de 4 000 millones de dólares, pero también advertencia sobre retornos débiles frente al capital invertido, así como desafíos en materia regulatoria, especialmente en Europa y Reino Unido. Además, Shell tiene “una barrera muy alta” para adquisiciones importantes, como afirmó su CEO Wael Sawan.

Por ahora, la operación sigue en una etapa exploratoria sin compromiso oficial. Aunque el mercado sigue alerta, Shell se mantiene firme en sus prioridades: consolidar valor, optimizar su portafolio y fortalecer su transición energética sin incurrir en riesgos excesivos.