Freixenet es una esencia de la vieja Europa con raíces en el semidesierto queretano que tiene mucho que ofrecer al paladar mediante un Vivante Malbec.
Klever Tee Time / Andrea Morales y Ana Guerrero
Querétaro es una referencia nacional por sus rutas turísticas, principalmente la del Arte, Queso y Vino donde se cuenta con un referente de gran magnitud, ya que en el gremio vitivinicultor se reconoce que su uva crece en un entorno denominado como extremo.
Los distintos viñedos no solamente fomentan una tradición por sus vendimias, sino que tienen una gran aportación al crear productos de alta calidad que los hacen únicos, además de los numerosos lugares para disfrutar de una copa de vino.
Hablar de vinos refiere a una visita obligada al viñedo de Freixenet en Ezequiel Montes, para experimentar una increíble velada en compañía de amigos o familiares, donde Sommeliers de talla internacional, como Dante Segura permitirán descubrir paso a paso los diversos productos de la vid.
Particularmente y en unas breves líneas trataremos de exponer la experiencia sensorial que nos permitió conocer el vino Vivante Malbec, que forma parte de su línea tranquila joven y color oscuro.
Su aroma provoca destellos de vida al paladar, por ser un producto joven y fresco, también se caracteriza por una textura ligera y que a diferencia de otros conserva su sabor frutal.
La misma vivacidad de este producto, lo hace el indicado para acompañar a carnes y hacer de tu velada, un momento inolvidable, incluso para celebrar el cierre de un gran torneo de golf.
Sin duda es una propuesta interesante que ha capturado la atención de todo amante del vino en México, ya que además cuenta con una medalla de oro al competir frente a varios vinos nacionales, posicionándose como un orgullo de Querétaro.
